Hnas./os. de los anzuelos:
Un día, alguien te sujetó la cabecita, tironeó un poco y expresaste el primer llanto. Mientras tu tiempo marcaba tu existencia. Fuiste mirando y asombrándote de todo cuanto te rodeaba. Luego intentaste avanzar y lo hiciste, descubriendo que al igual que una mascota, podías improvisar cuatro patitas con tus brazos y piernas. Enseguida tus aspiraciones te llevaron a mirar más alto, descubriendo un sinnúmero de cosas, objetos, luces y cuántas otras. Ensimismado por tan emocionante descubrimiento, te encontraste erguido, eras muy alto. De nuevo intentaste avanzar y pudiste hacerlo, si hasta corriste siendo veloz.
Una mañana, alguien acomodó en una de tus manitos un pequeño tarro con algo envuelto atado a un anzuelo. Recordaste por un instante cuántas veces habías soplado las velitas; de pronto te hablaban de conceptos importantes a la vez que conocías rostros que nunca antes viste en el barrio.
Hiciste nuevos amigos, hasta que una tarde, hermosa tarde, la laguna de la infancia lucía como nunca, hacía recordar esos cuentos de hadas que antes de dormir enseñoreaban tu alma mientras la lectura apacible y amena llegaba a tus oídos. Alguien leyó tu nombre, avanzaste, el señor del micrófono te entregó un cartón con escrituras y luego enganchó una medalla en la solapa, era el primer concurso.
Posteriormente, tu cuerpito que evidenciaba cambios, se vio vestido con un chalequito lleno de variados bolsillos.
Practicaste distintos estilos de lanzar ese gancho cargado de llamativos encarnes.
El corazón latía con un ritmo que desconocías, las sensaciones también fueron otras. Tu cabecita guardaba un cúmulo de conocimientos específicos, y los compañeros si bien hablaban el mismo idioma, lo hacían en tonadas y "cantos" diferentes.
Viajaste por el mundo. Muchas personas vinieron a verte buscando una solución y ayuda. Confiaban en vos, necesitaban tu asesoramiento, autorizado y erudito. El porqué de la caña larga o corta, cuánto de flote, para qué la paleta larga de ese pescadito de juguete, etc.
Recuerdas muy bien cuando llegó aquel instante en que te propusieron pescar con moscas,...-¿Moscas? exclamaste con gran sorpresa y curiosidad "metiéndote" de alma a un mundo nuevo, fascinante, lleno de creaciones propias y logros inolvidables.
Un día alguien vino y no a lo mismo, sino por vos. De repente te encontraste frente a Dios. Gente, mucha gente vestida de fiesta, flashes, sonrisas dibujadas en rostros conocidos más algunos curiosos, un par de anillos dorados que fulgurosos daban luz a vuestras manos prometiendo felicidad eterna.
La historia parecía repetirse, alguien sujetando una cabecita, ya no la tuya, aunque muy parecida, y el llanto y el tiempo.
Transcurrieron los años, tu rostro evidenciando algunas arrugas, testimoniales rastros de cada sonrisa por el salto de ese pez, de cada carcajada por el chiste de un amigo, por eso están en el lugar exacto.
Nuevamente la cabecita y el llanto, fue cuando incorporaste la palabra nieto.
Una vez más el devenir de los años.
El sol brillaba como nunca, de pronto te sentiste cansado, con fuerzas sólo para sostener temblorosamente una foto extraída del álbum familiar. Allí estaban todos. ¡Qué campamento aquel!. Luego no pudiste avanzar, tus ojos buscaron nuevamente la foto, la preferida por estar todos juntos, como te gustó siempre.
Fue entonces cuando dos lágrimas rodaron por tus mejillas mojando el álbum. La foto "durmió" en tu pecho, hiciste lo mismo para no "despertar" jamás, dejando muchas obras valiosas: trofeos, "cartones", el rico asado con que sorprendiste a tus amigos, ciento de carpas armadas y desarmadas, las infinitas instantáneas devolviendo peces al agua, los sueños hechos realidad, la vieja canoa...
Desde la Provincia de Corrientes, Argentina,
Con el cariño de siempre,
♫¡Muchos chamamés!♫
Un abrazo guaraní, y...
Un afectuoso sapukái.-
Leo Kutú.-
Un día, alguien te sujetó la cabecita, tironeó un poco y expresaste el primer llanto. Mientras tu tiempo marcaba tu existencia. Fuiste mirando y asombrándote de todo cuanto te rodeaba. Luego intentaste avanzar y lo hiciste, descubriendo que al igual que una mascota, podías improvisar cuatro patitas con tus brazos y piernas. Enseguida tus aspiraciones te llevaron a mirar más alto, descubriendo un sinnúmero de cosas, objetos, luces y cuántas otras. Ensimismado por tan emocionante descubrimiento, te encontraste erguido, eras muy alto. De nuevo intentaste avanzar y pudiste hacerlo, si hasta corriste siendo veloz.
Una mañana, alguien acomodó en una de tus manitos un pequeño tarro con algo envuelto atado a un anzuelo. Recordaste por un instante cuántas veces habías soplado las velitas; de pronto te hablaban de conceptos importantes a la vez que conocías rostros que nunca antes viste en el barrio.
Hiciste nuevos amigos, hasta que una tarde, hermosa tarde, la laguna de la infancia lucía como nunca, hacía recordar esos cuentos de hadas que antes de dormir enseñoreaban tu alma mientras la lectura apacible y amena llegaba a tus oídos. Alguien leyó tu nombre, avanzaste, el señor del micrófono te entregó un cartón con escrituras y luego enganchó una medalla en la solapa, era el primer concurso.
Posteriormente, tu cuerpito que evidenciaba cambios, se vio vestido con un chalequito lleno de variados bolsillos.
Practicaste distintos estilos de lanzar ese gancho cargado de llamativos encarnes.
El corazón latía con un ritmo que desconocías, las sensaciones también fueron otras. Tu cabecita guardaba un cúmulo de conocimientos específicos, y los compañeros si bien hablaban el mismo idioma, lo hacían en tonadas y "cantos" diferentes.
Viajaste por el mundo. Muchas personas vinieron a verte buscando una solución y ayuda. Confiaban en vos, necesitaban tu asesoramiento, autorizado y erudito. El porqué de la caña larga o corta, cuánto de flote, para qué la paleta larga de ese pescadito de juguete, etc.
Recuerdas muy bien cuando llegó aquel instante en que te propusieron pescar con moscas,...-¿Moscas? exclamaste con gran sorpresa y curiosidad "metiéndote" de alma a un mundo nuevo, fascinante, lleno de creaciones propias y logros inolvidables.
Un día alguien vino y no a lo mismo, sino por vos. De repente te encontraste frente a Dios. Gente, mucha gente vestida de fiesta, flashes, sonrisas dibujadas en rostros conocidos más algunos curiosos, un par de anillos dorados que fulgurosos daban luz a vuestras manos prometiendo felicidad eterna.
La historia parecía repetirse, alguien sujetando una cabecita, ya no la tuya, aunque muy parecida, y el llanto y el tiempo.
Transcurrieron los años, tu rostro evidenciando algunas arrugas, testimoniales rastros de cada sonrisa por el salto de ese pez, de cada carcajada por el chiste de un amigo, por eso están en el lugar exacto.
Nuevamente la cabecita y el llanto, fue cuando incorporaste la palabra nieto.
Una vez más el devenir de los años.
El sol brillaba como nunca, de pronto te sentiste cansado, con fuerzas sólo para sostener temblorosamente una foto extraída del álbum familiar. Allí estaban todos. ¡Qué campamento aquel!. Luego no pudiste avanzar, tus ojos buscaron nuevamente la foto, la preferida por estar todos juntos, como te gustó siempre.
Fue entonces cuando dos lágrimas rodaron por tus mejillas mojando el álbum. La foto "durmió" en tu pecho, hiciste lo mismo para no "despertar" jamás, dejando muchas obras valiosas: trofeos, "cartones", el rico asado con que sorprendiste a tus amigos, ciento de carpas armadas y desarmadas, las infinitas instantáneas devolviendo peces al agua, los sueños hechos realidad, la vieja canoa...
Desde la Provincia de Corrientes, Argentina,
Con el cariño de siempre,
♫¡Muchos chamamés!♫
Un abrazo guaraní, y...
Un afectuoso sapukái.-
Leo Kutú.-
2 comentarios:
Excelente entrada hermano Leo. Es notable tu inspiración y amor por la pesca. Yo soy nuevo en la pesca, la cual tendré como Hobby, ya tengo mi caña y artículos varios para el rubro. Vos me has inyectado mas inspiración con este artículo.
Saludos desde Venezuela hermano.
Hno. de los anzuelos, Jose:
¡Muchas gracias por visitarme!.
Increíble...repasando publicaciones de mi Blog (tu hogar) descubro tu comentario. Me alegró sea un aporte más en alimentar tu espíritu pescador.
Muchas gracias por tus conceptos referente a mi.
Que tu "llama" por revolear anzuelos no se apague jamás.
Tal vez algún día, la vida nos junta en alguna curva de un río...¡Ojalá!.
Un abrazo grande y,...
Un afectuoso sapukay.-
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