El, con todo su misterio y riqueza propia, allí incólume disfrutando vernos pasar.
Gus estaba a sus anchas, yo también.
Esta geografía me hizo retroceder muchos años. Por mi mente pasaron infinitas imágenes de cuando niño acompañaba a cazadores amigos de mi padre, que gustaban meterse por picadas (galerías ) de tantos montes recorridos. Me imaginé chiquilín correteando por allí. Recuerdos, solo recuerdos.
Nuevamente Batel en mis pensamientos. Ansiaba verlo, saber cómo estaría.
Mucho anduvimos en el interior del monte descubriendo lugares por donde pasar y esquivando plantas que mejor no tocarlas,...¡hayyyy!!.
De pronto el oído y visión agudos de Gus detectó lo que posiblemente fué un ciervillo entre el follaje. No alcanzamos a verlo. Son muy astutos y huidizos. Igualmente nos alegró mucho saber que no estábamos solos.
Los cantos de los chajáes advertían que estábamos serca.
Heché una mirada escudriñadora y,...¡¡¡¡¡¡EL PUENTE!!!!!!!,...¡¡¡¡¡¡EL PUENTE!!!!!!, grité repetidamente.
Los ojos se nos desorbitaron, reíamos de afelicidad, nos miramos abrazándonos espiritualmente.
Paépa y Pirá no fueron ajenos, movieron sus patas para destacar sus emociones. Claro que sí, ellos eran protagonistas centrales también en llegar a Batel.
¡Batel, hermano querido!,... quedé mirándolo, sin moverme por unos minutos.
¡Qué felicidad!,...¡Qué felicidad!.
Después de tanto trajín, nuevamente todos juntos.
Estábamos aún alejados de su márgen.
Mi imaginación hizo que viera agitarse sus olas y escuchar el ngululu (murmullo de la corriente). Nos estaba recibiendo.
Al acercarnos y llegar a él, su generosidad calmó la sed de Paépa y Pirá.
Para percatarnos que sus aguas discurrían debíamos fijar la mirada en una hojita o algo flotando, de lo contrario se veía todo como aguas estancadas. Está en terapia intensiva, pero vivo. ¡¡VIVIRÄ!!.
Con Gus aseguramos los cabestros (en mi zona los llaman cabrestos, por esas cosas de la deformación en el habla popular), para que los "montados" (caballo del hombre de campo) no se nos alejen y puedan pastar tranquilos.
Si los "monos" no tienen árboles suben a un puente, ja, ja, ja.
Estábamos tan felices que poniendo en práctica habilidades de antaño, trepamos al puente (diseño francés, pero construidos por los ingleses a fines del 1800, proyecto y ley de los legisladores Nacionales, Isaac Chavarría, Justino Solari y Felipe Yofré).

Desde allí, cual gaucho en un mangrullo, miramos allá ité (lejos) donde los esteros generaban esa "savia" tan vital para mantener vivo a Batel.
A pesar que no se puede visualizar desde allí, tampoco quisimos acercarnos, como cooperando para una pronta y tranquila recuperación de Batel.
Al encontrarlo vivo, teníamos la certeza que el estero está con agua. Era suficiente para nosotros.
Detrás del canal que se aprecia, bien al fondo estan los esteros, ahí nomás, unos 2000 metros.
Qué bonito era ver desde las alturas a Pirá y Paépa alimentándose en su mansedumbre,...claro,...Batel estaba ahí, juntito a ellos.
Me emociona ver unidos a mis hermanos de los anzuelos.
El Sol, nos regaló sus últimos rayos, tenía la paz de vernos a todos bien.
Con el mismo cariño con que nos acompañó, resolvía irse,...lentamente, ...como el vuelo del chajá (chaha-la H se pronuncia J en lengua guaraní). Ave del lugar, su planeo es suave como una caricia. Lleva su nombre por ser la onomatopeya de su canto, ¡chajá, chajá, chajá!. Es uno de los sonidos más hermosos que me gusta escuchar cuando me aproximo a estas regiones de pesca.
Debíamos partir. La noche se "aproximaba" y largo sería el regreso. Lo sabíamos.

Controlamos con Gus, que todo esté en orden y firme, frenos, bozales, cinchas, aperos en general.
Montamos nuevamente entusiasmados. El regreso sería a oscuras y en las sombras. La luna "saldría" más tarde.
Nuevamente dimos de beber a los "pingos". Me despedí de Batel, dentro de no mucho tiempo seguramente lo vería corretear y regalarme sus correderitas. Aquí mostró algunos movimientos de peces.
¡Chau chamigo Batel!,...¡hasta muy pronto!...(chamigo = mi amigo)

Comenzamos a cabalgar. A poco de andar, no pude contenerme y miré hacia atrás.
Lo ví junto al puente, me imaginé mirándomé con melancolía, querría que quede un rato más junto a él,...no podía, debía volver ( yo también quería seguir allí).

El regereso en la noche fué hermosa. Otras casi tres horas de cabalgata.
El cuidado había que tener en no rozar uno de estos tallos. Su pinchazo son como puñaladas, ja, ja, ja.,...y ser ejecutado no era mi voluntad, ja, ja, ja.

La misma ruta, pero con otro "color". Los animalitos y aves nocturnas le ponen todo el mágico encanto. Así nos encontramos con un simpático pero de gran carácter: zorrino. Es mejor no ser salpicado por su orín,...es insoportablemente fuerte,...puajjjjjj. Es una reacción defensiva a que apela cuando pretende alejar a su potencial agresor.
Pasada una hora y algo más, jasy (luna- se pronuncia algo así: yasg) se presentó con toda su dulzura. ¡Que preciosa es la luna vista en el campo!.
La noche acentúa los olores de bosta (estiércol), espartillo (es una hierba del campo) y animales salvajes. Aaaaaaaaaaaa, es un cóctel natural que llenan los pulmones y el alma.
Hablando de todo un poco, matizábamos el trotecito fiel de Pira y Paépa mientras nos acercábamos a nuestros hogares.

Las primeras luces del pueblo eran vistas cada tanto.
¡Qué contentos estábamos!. Pudimos visitar a Batel.
Los perros de la casa del abuelo de Gus, anunciaron nuestra llegada.
Atrás quedaban casi siete horas de aventura, amor, amistad, reencuentro, y esperanza,...saber que Batel vivirá y me hará gozar del vuelo de una mosca, el salto de un "lingote de oro con escamas", momentos compartidos con hermanos de los anzuelos, y tantos otros "mimos" a los que me acostumbró.
Seguramente, tendría un hermoso sueño.
Cerré los ojos y fuí felíz.
Un afectuoso sapukay.
Leo Kutú.-